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“Fue poca la pena impuesta al homicida de mi familia”

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Clemente Figueroa está llenó de impotencia por las injusticias de la ley. No está conforme con la sentencia que le dieron al hombre que le cambió la vida el 10 de octubre de 2013

Puerto La Cruz.- Aunque las heridas físicas sanaron, las cicatrices en su cuerpo son el vivo recuerdo de aquel mediodía en que no pudo salvar a su esposa y a su hija del ataque de un hombre “endemoniado” por un amor no correspondido.

A casi un año del drama que le tocó vivir en pozuelos, Clemente Figueroa está lleno no sólo de dolor e impotencia sino de rabia al saber que a Glen Antonio Anzola Martínez, el hombre que asesinó a su esposa Tibisay Elvira Brito y la hija de ambos de 17 años, no le dieron el castigo que se merecía.

“Fueron dos asesinatos muy bien planificados. Él fue dispuesto a matarnos a todos porque nos opusimos a sus intenciones de tener una relación amorosa a la fuerza con mi hija mayor, quien padece de un trastorno mental”.

Quince años y cuatro meses es nada para lo que hizo Anzola, quien se confesó culpable para que la ley le diera el beneficio de la rebaja de la pena. “Es injusto y no estoy de acuerdo” expresó el padre de familia, quien de la noche a la mañana se convirtió en padre y madre de dos hijas que le quedaron.

Cuenta Figueroa que se opuso a que ese hombre pretendiera a su hija porque tenía una mujer y ambos visitaban su casa.

Aciago día

Cerca de las 12:30 del mediodía del 10 de octubre de 2013, Glen Antonio Anzola Martínez llegó al sector B de Terrazas de Pozuelos, en el municipio Sotillo, y se apostó al frente de la casa de los esposos Figueroa con intenciones de entrar por la fuerza, pero el jefe de la familia se lo impidió.

La negativa bastó para que al hombre se le metiera el “diablo en el cuerpo”, sacó un puñal y comenzó a insultar y amenazar a Figueroa, quien le pidió que se alejara de su vivienda.

Anzola, totalmente enloquecido, ingresó a la casa, atacó a Tibisay Elvira, luego a su hija adolescente y posteriormente a Clemente. A todos les infligió múltiples heridas.

Los gritos desgarradores que provenían de la casa de la familia Figueroa Brito alertaron a los residentes de la comunidad, quienes enfurecidos persiguieron a Anzola, lo desarmaron, golpearon con piedras y palos, además de pasarle varias veces unas motos por encima.

Cuando los rabiosos vecinos lo tenían listo para lincharlo, el hombre fue rescatado por funcionarios de la Policía de Sotillo. Sobrevivió a la paliza.

La condena
Hace semana y media, en la audiencia preliminar, Glen Antonio admitió los hechos por lo que al juez Séptimo de Control, Salim About Nasser, de acuerdo con lo que establece el artículo 376 del Código Orgánico Procesal Penal, le aplicó la condena.

Al Fiscal 25 Joel Díaz Sarmiento le correspondió defender la acusación que formuló su colega Ángel Rojas, de la Fiscalía VI.

Ambos funcionarios recabaron las pruebas y blindaron la causa para evitar que el detenido lograra su libertad alegando estar loco.

Amanecí confundido

Tembloroso por los nervios y con una tristeza reflejada en su rostro, Glen Antonio Anzola no dudó en hablar de los hechos con el equipo reporteril de El Tiempo.
Desde las celdas de la Policía Municipal de Sotillo, donde se encuentra hasta que un juez de ejecución decida dónde pagará la sentencia, manifestó su arrepentimiento por lo que hizo.

“El día de los hechos fui a la casa para tratar de hablar con Marlene, la hija de Figueroa, pero me lo impidieron. Estaba alterado por lo que me dijo Daysi, mi anterior pareja, de que la muchacha se había casado con otro hombre y que se mudaría del barrio”.

Anzola comentó que trató de hacer entrar en razón a Figueroa y a su mujer para que le permitieran hablar con su hija, pero se negaron y se la escondieron. “Eso me confundió, perdí el control y los ataqué con el puñal”.
“No sé cómo voy a salir ni en qué condiciones. Mi vida está en manos de Dios, que sea Él quien me perdone”, dijo para despedirse.

A un año del drama que vivió, Figueroa se ha entregado al trabajo para olvidar y resignarse a la ausencia de su esposa e hija.

¿Víctima?
Glen Antonio Anzola Martínez nació en Puerto La Cruz hace 30 años. No pudo terminar sus estudios de primaria porque sufre de epilepsia, la cual se controla con medicamentos. “Crecí sin mi papá, quien me ha visitado una sola vez desde que estoy detenido”. Anzola tiene antecedentes por violencia. Fue acusado de golpear a su mamá y a una joven, pero él niega que lo haya hecho.


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